jueves, 7 de junio de 2012

Conmovedora liberación en el departamento Ángel Vicente Peñaloza. Olta y Tama: dos cóndores en un abrazo partido


Los cóndores escogen una pareja durante toda su vida, “en el caso de Olta y Tama fue amor a primera vista”, relató Luis Jacomo, director del Proyecto de Conservación del Cóndor Andino del Zoológico de Buenos Aires. Lo hizo en el marco de la ceremonia de la liberación de Melipal, un ejemplar hembra que retornó a la vida silvestre el 18 de mayo en la Quebrada de los Cóndores.
El macho, de nombre Olta, fue rescatado en 2003 por personal de Ambiente de la Provincia y de Gendarmería, luego trasladado al parque Temaikén -Zoológico de Escobar, provincia de Buenos Aires para atención de las heridas que presentaba. Llegó a la Sierra de los Quinteros en marzo de 2006, con el ala izquierda amputada a la mitad para habitar “La condorera” un nido emplazado entre rocas, con protección para que los depredadores no puedan hacerlo presa.
 
La hembra, Tama, con una historia similar fue rescatada en la provincia de Chubut por dos chicas que juntaron sus ahorros hasta lograr que sea atendida y curada en Buenos Aires. Mientras estuvo en cautiverio sanándose, dio muestras de ser una gran madre e hizo de gran ayuda al Centro de Cría en Aislamiento Humano del Proyecto de Conservación del Cóndor Andino, que busca repoblar hasta la costa atlántica, lugar que originariamente era también su hábitat.
 
En el Centro se incuba los huevos y alimenta a los pichones usando títeres de látex, para evitar el contacto humano y mantener su estado salvaje lo más aislado posible. Debido a la amputación de su ala Tama no pudo enseñarles a volar, pero viniendo del sur, si pudo enseñarles a los pichones a comer animales marinos. Cuenta Luis Jácomo que primero se puso carroña de un lobo marino en la montaña, pero los pichones (que buscaban insertar en la costa atlántica preparándolos para subsistir en ese ambiente) no se acercaron. Le temían. En un segundo intento, ya en la reserva, Tama dio muestras y confianza que eso era también alimento, las crías la imitaron y la esperanza de repoblar una zona con más de 100 años de extinción se consolidó.
 
Una vez recuperada de sus heridas en Buenos Aires, llegó a Sierra de los Quinteros en abril de 2009. También con el ala izquierda amputada a la mitad. 
 
Olta y Tama, una pareja de abrazo partido, ambos con alas rotas y amputadas, cumplen un rol fundamental en el Programa de Conservación. Desde su unión, ponen al menos dos huevos al año, y así es como aportan sus crías al programa “Retorno del Cóndor al mar”. “Patria” y “Kuichy” (nombre quechua del arco iris) son dos de sus hijas hembras que hoy vuelan libres en la Sierra de Pailemán, Río Negro.
 
Tras la liberación de Melipal, Bioandina se llevó a la última cría de la pareja: llamada “Quimey” (hermosa en araucano) nombre que fue concursado y ganado por Cristina del Valle Paredes de 5° grado de la Escuela N° 119 de Tuizón. La ceremonia de bautismo de Quimey fue guiada por los miembros de la agrupación originaria Mink’akuy Tawantinsuyupaq que hicieron que todos los presentes pronunciaran el nombre tres veces. Así mismo, dirigieron una ceremonia ancestral para pedir permiso a la Pachamama, elevando ofrendas y plegarias para la liberación del nuevo cóndor en Sierra de los Quinteros y haciendo parte a todos los presentes de la celebración en un profundo marco de respeto, silencio y conexión con la naturaleza.
 
Melipal es el séptimo ejemplar que se libera en la provincia, uniéndose en vuelo libre a Nina, Sisa, Puyu, Wayra, Sumaq y Chamical. En Argentina es el número 113 que retorna a la naturaleza. Fue rescatada por gendarmería en Villa Mazán, a fines del año pasado con un cuadro de deshidratación e intoxicación. Presumiblemente, al alimentarse de carroña, muchas veces comen animales muertos a los que las personas cubren con químicos para evitar la descomposición y el olor. Pero se crea así un daño al ambiente ya que por su función de carroñeros son una pieza importante en el equilibrio de los ecosistemas de los que forma parte, al consumir rápidamente los cadáveres elimina fuentes de contacto de enfermedades o focos de contaminación naturalmente y en equilibrio con su hábitat.
 
También deben sobrevivir a la caza, al envenenamiento por consumir agua o alimentos contaminados, al choque con cables de alta tensión y a creencias no ciertas como la de suponer que son capaces de llevarse con sus garras animales vivos que los productores crían en el campo.
 
Desde Mink’akuy Tawantinsuyupaq revalorizaron el valor que tiene el cóndor como ave sagrada para la cosmovisión andina, donde el Cóndor representa el Hanan Pacha (mundo de arriba, celestial o supraterrenal), el ave encargada de elevar las almas al cielo y llevar en sus plumas las plegarias; mientras que el Puma habita en el Kay Pacha (mundo terrenal del presente y de aquí) y la Serpiente o amaru representa el Uku Pacha (mundo de abajo o mundo de los muertos).
 
Luis Jacomo comparó el rol de cada fundación, funcionario y de cualquier persona que se dedica a preservar la vida aunando esfuerzos y haciendo lo que corresponde en el momento preciso con la siguiente reflexión: “las alas de los cóndores abiertas tienen tres metros de punta a punta, y en esa extensión encontramos muchas plumas diferentes: negras larguísimas, blancas muy pequeñas, algunas grisáceas… pero absolutamente todas son imprescindibles para que pueda volar”.
 
Melipal salió de la jaula, Quimey pichona que desde hace pocos días ensayaba aleteos fuera del nido, subió hasta la cumbre de la montaña para darle ánimos. Se elevó al cielo y en una ronda única otras aves aparecieron a recibirla y volaron con ella en círculos sobre el refugio “Como es arriba, es abajo” sentenciaron los protectores. Y sin dudas la emoción fue compartida en el cielo y en la tierra.
 
Texto: Jimena Vera Psaró
Imagenes: Ismael Fuentes Navarro
Redacción DataRioja
23/ 05/ 2012